
Las migas es uno de los platos más típicos de la geografía española, un manjar tradicionalmente ligado a la trashumancia y lo rural en el que algunos ven su origen en platos musulmanes muy reconocidos dentro de la gastronomía andalusí como el tharid o el cuscús. Sin embargo, no será hasta la Edad Moderna cuando encontremos la mención de esta joya gastronómica con la denominación de “migas” y acompañadas de pimentón o ñoras traídas por los monjes jerónimos desde América a los monasterios de Yuste o de Los Jerónimos en Extremadura y Murcia respectivamente.
Aunque en la mayor parte de la Península Ibérica se preparan con migas de pan, en el Sureste peninsular se realizan con harina de trigo, o con sémola como en Almería. Es habitual además añadirle frutas como uvas, naranjas o granadas. También era común ver en las casas humildes las migas con chocolate para la merienda con las sobrantes de la comida.
Si llueve en nuestra tierra, o aunque tan sólo caigan cuatro goticas, es fácil ver como proliferará en cuestión de minutos el suculento mensaje de “Hay Migas” en las pizarras de bares y restaurantes. Sin duda, en las casicas de cualquier murciano o murciana que se precie se empezará a oler ese característico aroma que desprenden las ñoras al freirse.
Ya sean servidas con carnes, pescados, frutas, verduras o chocolate, siempre es buen momento para tomarse un buen platico de gachasmigas, con o sin lluvia de por medio.
Ingredientes para 4 personas:
1 kilo de harina de trigo
1/4 kilo de salchicha fresca
1/4 kilo de longaniza fresca
150 gr de tocino
2 ñoras
1 cabeza de ajo
Aceite de oliva, agua y sal
Preparación:
En primer lugar cortamos en cachicos pequeños toda la carne y vaciamos las ñoras, quedándonos sólo con la piel. A continuación freímos en una sartén con abundante aceite de oliva la salchicha, la longaniza, el tocino, las ñoras y los dientes de ajo sin pelar. Una vez esté todo bien doradico se retira del aceite para más tarde añadir a las migas ya cocinadas.
Mientras, en un recipiente aparte mezclamos la harina con sal y agua hasta conseguir una pastosidad adecuada en la mezcla, ni muy densa ni muy aguada.
En la misma sartén donde freímos la carne se echa esta harina con un poco de sal, a la cual iremos añadiendo agua poco a poco al tiempo que no paramos de remover con una cuchara de madera. Cuanto más removamos la mezcla, más sueltas y blandicas saldrán las migas. Finalmente añadimos todos los ingredientes fritos anteriormente, removemos bien y servimos.
Para el emplatado aconsejamos encarecidamente añadir un huevo frito a cada plato y un buen puñado de uvas.
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