
Estad atentos; preparad las hogueras, está al llegar la oscuridad. La noche se acerca, es la víspera del día de San Juan y estamos en los dominios del antiguo Reino de Murcia. Al igual que sucede en numerosos puntos de la Península Ibérica y en otros tantos del resto de Europa, nuestra tierra muestra en esta noche una de sus caras más profanas y ricas en lo que a mitología y superstición se refiere.
Aunque muchas de las leyendas y supersticiones que aquí recogeremos son desconocidas para la mayoría de sus actuales habitantes, las tierras bañadas por el río Segura son muy ricas en tradiciones y mitos al caer el sol en vísperas de San Juan. Y no es para menos, hablamos de una de las noches más mágicas del año al alcanzar el sol su cénit.

Predicciones de amor o de muerte, baños medicinales, recogidas de plantas mágicas, pronósticos del tiempo y un largo etcétera de tradiciones eran costumbre realizar en estos días mostrando una ya indisoluble unión entre lo religioso y lo profano. Por desgracia, muchos de estas tradiciones se han perdido con el paso del tiempo y han tenido que ser rescatadas para nosotros por numerosos antropólogos y antropólogas que hacen trabajo de campo en los pueblos más remotos de nuestra tierra. Y no es de extrañar ya que, como señala Antonio Botías, el periódico Las Provincias de Levante recogía en 1891 como las fiestas de San Juan en Murcia iban decayendo con menos hogueras y verbenas populares en aquellos años.
Mientras que algunos murcianos esperaban en el Puente Viejo a ver señales en el cielo en la noche de San Juan en 1902, en Yecla se pensaba que si una persona se desnudaba en frente de un espejo a medianoche vería al diablo detrás de él. Y es que estos días no eran solo jornadas de buenos augurios, ya que como dice el refrán “La mujer que a su marido quiera matar, que le dé caracoles la noche de San Juan”.
El agua en este día se convierte en uno de los elementos más mágicos, adquiriendo carácter salutífero o embellecedor en las jóvenes que mojasen sus rostros en este día en un manantial, río u otros lugares acuáticos. Pero también podía ser augurio de muerte, tal y como se pensaba en poblaciones como Yeste, Nerpio y Moratalla, si al asomarse esta noche a una acequia o estanque se observaban dos cabezas.
En la zona de Yeste se realizaba una ofrenda ritual el 3 de mayo y el 24 de junio en las balsas de agua. En ellas se lanzaba al agua un monigote denominado El Santo con diversas flores y plantas cortadas ese día para bendecir las aguas que regarían los cultivos.

En el día o la noche de San Juan, el reino vegetal también adquiere un componente mágico que hace que diversos productos del mismo sean recogidos o empleados en estas fechas: algunos eran empleados para encender el fuego del hogar y conseguir evitar así peligrosas tormentas, o las higueras que mediaban en ritos de curación de niños enfermos, entre otros numerosos ritos.
Puche Forte señala que en Yecla San Juan mediaba en los amores, tal y como dice el dicho popular “Mañanica de San Juan cuaja la almendra y la nuez. También los amores de dos que se quieren bien”. Además, las mujeres que pretendían un novio lanzaban tres patatas debajo de la cama a medianoche y según la que recogiesen sabrían el nivel adquisitivo de su futura pareja. Mientras, en otros lugares del antiguo Reino de Murcia se realizaba un rito similar con habas e incluso se predecían las lluvias con cebolla y sal.
En esta noche destaca en nuestra tierra la aparición de seres sobrenaturales, especialmente las encantadas. Estas suelen aparecer junto a parajes naturales de gran belleza cargados de vegetación, junto a yacimientos arqueológicos de gran importancia y, sobre todo, en torno a las aguas de diferentes puntos de la cuenca del río Segura, ya sean estas pozas, ríos, fuentes, etc. Estas encantadas son similares a otros seres mitológicos de la Península Ibérica como las lavandeiras gallegas, xanas asturianas, guajonas cántabras, lamias vascas o encantades pirenaicas.
Nuestras encantadas aparecen en esta noche mágica planteando al viandante, generalmente un joven masculino, un acertijo o una elección en la que determinará su propia suerte y la de la encantada. Normalmente da a elegir entre ella y un objeto preciado que porta: si el joven la elige caerá sobre él la maldición, mientras que si elige el objeto la encantada seguirá presa de su maldición y al joven no le sucederá nada. Tal es el caso por ejemplo de las encantadas que se aparecen en las aldeas de Tús y del Llano de la Torre de Yeste, Puerto Lumbreras o en el eremitorio rupestre de La Camareta en los Campos de Hellín.

Aquí queremos recoger algunas de estas leyendas relacionadas con estos seres sobrenaturales, como es el caso de la encantada de Solana de las Covachas en la pedanía de Pedro Andrés en Nerpio. Está ambientada en las fuentes del río Taibilla, junto al conjunto rupestre de Solana de las Covachas, y cuenta que en la madrugada de San Juan aparece una encantada encendiendo un fuego y que el zagalico que la vea y hable con ella acabará encantado. Solo podrá librarse del hechizo si es capaz de encontrar un sustituto, al más puro estilo de la Santa Compaña gallega.
Otra leyenda similar pero con un fuerte pasado medieval es la de la encantada de Benamor, ambientada en el río de ese mismo nombre en Moratalla. La princesa Ordelina, estando prometida con el noble Sigiberto, se casó con Hilderico en vísperas de San Juan, pero falleció a medianoche y su alma fue obligada a vagar cada año, en la noche de San Juan, para peinar sus cabellos en la Piedra de la Encantada, junto al río Benamor. Siglos después, en el año 1400, el caballero Pedro López de Villora intenta conseguir el collar de perlas que atesora la encantada para su amada, pero acaba muriendo en el intento tras perder el combate contra el guardián negro que custodia a Ordelina en el interior del peñón. Una leyenda que guarda numerosos rasgos en común con la leyenda del Monte de las Ánimas de Bécquer, siendo fácilmente reconocible a Alonso en la piel de Pedro López de Villora.
Mientras, en el pueblo de Sierra de Segura de Ayna una leyenda relata como una segadora murió aplastada por una roca que se precipitó sobre ella, y esta aparece a modo de encantada por San Juan dirigiéndose al cercano río Mundo.
Otra leyenda relacionada con una encantada la encontramos en la aldea caravaqueña de Caneja, en la cual se habla sobre una zagalica que fue maldita por un joven que la amaba al suicidarse por su desamor. Encantada por trescientos años, solo una pareja de enamorados llamados Juan y Juana pueden verla y su maldición solo podría ser rota en la madrugada de San Juan. Para ello, en esta fecha tan señalada deberá manar de un manantial la sangre de aquel amante tomando el aspecto de un hilo rojo sobre el agua, hilo que deberá ser enrollado por una mujer sin ser cortado. Una joven llamada María comenzó a devanar el hilo pero lo acabó cortando, haciendo que la encantada quedase hechizada, al menos, tres siglos más.

Otra leyenda caravaqueña señala que la pretendida princesa mora Fátima fue raptada por un dragón de siete cabezas que la hace presa en un álamo. Todas las noches de San Juan ella se aparece cantando y lamentándose ante los enamorados dentro de una abertura del tronco del álamo.
En la comarca del Guadalentín encontramos a la encantá de Coy. En esta pedanía lorquina, la historia cuenta que una joven rubia de cabellos largos sale de la cueva para peinarse junto a la fuente de Coy y deja encantado a todo aquel al que ella mire a los ojos. Un cuento más amable de una vecina de Coy cuenta la historia del pastor Antoñico que, tras quedarse dormido en la noche de San Juan junto a la fuente y ver a la encantá al despertar, huyó y al volver al lugar vio como volvía a brotar el agua de la fuente tras una fuerte sequía que padecía el pueblo de Coy.
En la pedanía muleña de Yéchar se relata una leyenda con diferentes versiones ambientada en el impresionante paraje natural de Fuente Caputa. En el peñón situado junto a la fuente de donde emana el agua, en el atardecer de la noche de San Juan una luz desciende del peñón iluminando el abrevadero del manantial. Esta luz es una joven vestida de blanco que porta una antorcha y un cántaro al brazo. Mientras que en una versión se narra como un pastor queda encantando al romper su cántaro y adentrarse con ella en una cueva, en otra se señala que los jóvenes que sueñen con ella tres días podrán ir en la noche de San Juan a buscar un tesoro que ella esconde en la cueva.

Una de las leyendas más célebres del noroeste murciano es sin duda la Mora del Salto del Usero, ambientada en esta famosa poza esculpida por la cascada formada por el río Mula. La poza es un lugar de gran interés geológico y por sus aguas cristalinas surge la leyenda: en la noche de San Juan los bullenses celebran la “Bajada de la Mora”, momento en el que la princesa se dirige desde el Cerro del Castellar a la poza en búsqueda de su desaparecido y amado príncipe cristiano, siendo bendecidos los bullenses por las aguas recogidas en su cántaro. Otras versiones hablan del amor prohibido entre la desterrada mora Zoraida y el capitán Hamed.
Similar es la leyenda con tintes medievales de la Encantá de Rojales en la Vega Baja del Segura. Una princesa andalusí se enamora de un príncipe cristiano, amor que provoca la ira de su padre el rey moro que la maldice dejándola encantada en el Cabecico Soler. Todas las noches de San Juan se aparece esperando a que algún joven la lleve en brazos hasta mojar sus pies en el río Segura para así acabar con la maldición, pero el camino se dificulta por momentos aumentando el peso de la encantada y con la aparición de monstruos por el camino. Si el joven falla en su intento, la princesa seguirá encantada y el joven recibirá la maldición de morir con la lengua fuera.
Otras leyendas de encantadas las encontramos en el Cerro del Castillo de la pedanía hellinera de Isso, en la Cueva Mayayo de Sangonera la Seca o en Paterna del Madera.
Escasos son los casos de encantados en nuestras tierras: por un lado, la aparición de encantados en el puerto de la Mala Mujer de Cieza en la noche de San Juan; y por otro, la de numerosos encantados que surgen de la cima del Cabezo de Roenas de Cehegín en la mañana de San Juan en el lugar donde se encuentra la antigua ciudad de Begastri.

Mientras, en la Isla Mayor o del Barón en el Mar Menor se localiza una de las leyendas más célebres de nuestras costas. Los marineros y pescadores del lugar atestiguan la aparición en la madrugada de San Juan de una joven rusa y noble bañándose desnuda en las cálidas aguas del Mar Menor, la cual fue asesinada, según las versiones más recientes, por el Barón de Benifayó. También se dice que aparece su silueta en los atardeceres hasta diluirse al entrar en contacto con el agua o con el palacio del Barón. Una versión más antigua cuenta que una encantada habita esa isla, escondida en una tumba en una pequeña cala junto a la Cueva del Contrabandista.
Sea en forma de ritos, supersticiones o leyendas, lo que está claro es que la noche de San Juan está cargada de magia en las tierras del antiguo Reino de Murcia. Cuevas, castillos, árboles, islas, piedras, montes o las aguas de la cuenca del Segura son los sitios más propicios para el encuentro con nuestras raíces más profanas. Si te atreves a merodear los numerosos parajes que abundan en nuestra tierra en esta fantástica noche tenlo claro: elige sabiamente el peine o el objeto precioso antes que a la encantada. No te arrepentirás.

Bibliografía|
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JORDÁN MONTÉS, J. F., El Imaginario del viejo Reino de Murcia, Murcia: Ediciones Tres Fronteras, 2008.
JORDÁN MONTÉS, J. F., “Las encantadas de Murcia y su vinculación a las aguas y a la luz de San Juan” Revista Murciana de Antropología, Nº 22. Murcia: Universidad de Murcia, 2015. pp. 13-52.
PUCHE FORTE, J., “Apuntes y curiosidades sobre superstición y medicina popular”, Revista de Estudios Yeclanos. Yakka, Nº 7. Yecla: Museo Arqueológico de Yecla Cayetano Mergelina, 1996. pp. 179-187.
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