El revolucionario Antonete Gálvez a las puertas del bicentenario de su nacimiento

Busto de Antonete Gálvez en Torreagüera. camimiguel

“Tal vez sea yo el más débil, el de menos valor; pero en cambio tengo la decidida voluntad para ocupar el puesto de más peligro hasta morir gritando: ¡Viva la Federación Española! ¡Viva el Cantón Murciano” Antonete Gálvez

Relatar las andanzas del revolucionario Antonete es hablar de una vida marcada de principio a fin por la constante y tenaz lucha por unos ideales forjados en el republicanismo federal. Antonio Gálvez Arce nació en el seno de una familia de labradores de Torreagüera el 29 de junio de 1819, y desde bien zagalico compaginó el trabajo en la huerta con la lectura de obras que le inculcaron los ideales liberales que tan fervientemente defendería años después con sangre, sudor y pólvora

Con tan solo 24 años ya dirigía una columna de las Milicias Nacionales de Torreagüera, participando activamente en Murcia años después en la Revolución de 1854, en La Gloriosa de 1868 o en el Miravete en septiembre de 1869. El denominado León de Torreagüera combinaba su labor política como concejal del Ayuntamiento de Murcia con exilios en Orán por su intensa lucha armada en revoluciones y conspiraciones antidinásticas.

Durante el Sexenio Revolucionario trabajó en la organización y propaganda del federalismo en su tierra, actuando incesantemente en contra de la monarquía y las levas para luchar en las guerras coloniales. Por ello, tras la renuncia al trono del rey Amadeo I y la consecuente aprobación de la I República española en febrero de 1873, Antonete ocupó el cargo de diputado en las Cortes y recibió el título de presidente de honor del Partido Federalista Murciano.

En la revolución cantonal iniciada en Cartagena el 12 de julio de 1873, Antonete se erigió como una figura determinante al organizar el alzamiento en la Provincia de Murcia y al ser nombrado General de las Fuerzas de Mar y Tierra. Muchas de las incursiones por tierra y mar que se realizaron para expandir el cantonalismo desde Cartagena fueron dirigidas por Antonete, siendo Alicante, Torrevieja, Orihuela, Lorca, Garrucha o Almansa algunos de los destinos elegidos para este propósito.

Pese al fuerte cerco que vivió la ciudad de Cartagena desde septiembre de aquel año, Antonete y su Guardia Blanca se mostraron abiertamente en contra de la rendición al gobierno centralista con la esperanza de que la proliferación de núcleos de resistencia esparcidos por la geografía peninsular tumbase el golpe de estado del general Pavía. Pese a ello, no pudo evitar que una comisión dirigida por Roque Barcia capitulase la rendición de Cartagena ante el general centralista que había bombardeado intensamente la ciudad portuaria.

Ante esta situación, Antonete y la flor y nata del Cantón pusieron rumbo a Orán junto a miles de cantonales abordo de la fragata Numancia el 12 de enero de 1874, una épica fuga que rompió el bloqueo marítimo de las naves centralistas CarmenVitoria y Zaragoza en la tarde del día 12 de enero de 1874.

Finalizada la aventura cantonal fue recluido en la lejana y casi desértica población de Guelma hasta conseguir un visado a Suiza, para más adelante acabar volviendo a Murcia tras la amnistía concedida por Alfonso XII. No le impidieron al León de Torreagüera a sus 67 años retomar las armas en el castillo de San Julián de Cartagena, acto por el cual volvió a ser perseguido bajo pena de muerte, huyendo por enésima vez a Orán y acogiéndose de nuevo a un perdón regio. En los últimos años de su vida recibió el indulto del estado y aceptó un puesto de concejal en el ayuntamiento de Murcia, luchando por los intereses agrarios de los huertanos y asumiendo parte de la organización de los problemas de la inundación de la riada de Santa Teresa.

Tras la muerte de Antonete en su particular Ítaca el 28 de diciembre de 1898, el obispo de la Diócesis de Cartagena prohibió su entierro en suelo santo, siendo trasladado su cuerpo al cementerio de su pueblo 50 años después. No fue hasta 1998, en la conmemoración del primer centenario de su muerte, cuando el Ayuntamiento de Murcia lo reconoció como Hijo Predilecto, quedando materializada su incansable lucha por las libertades en tan solo el nombre de una calle en la ciudad de Murcia y en un busto descuidado en su Torreagüera natal.

El 28 de diciembre de este año se cumplirá el 120 aniversario de su muerte, fecha que con todo pronóstico pasará de largo en el calendario de las gentes de nuestra tierra con más pena que gloria. Sin embargo, la sociedad murciana tiene la oportunidad de dignificar la figura de este revolucionario en el próximo año 2019 al conmemorarse el 29 de junio el bicentenario de su nacimiento en Torreagüera.

¿Qué mejor forma para dignificar su figura que conservando y poniendo en valor su casa ubicada en el Huerto de San Blas? Pese a las numerosas denuncias realizadas por la asociación conservacionista Huermur, la casa del histórico revolucionario se cae a pedazos ante la desidia de las autoridades murcianas, existiendo un claro paralelismo entre el abandono de este inmueble y la situación que padece la Huerta de Murcia.

La rehabilitación de este edificio de gran valor histórico, conservando obviamente los elementos originales existentes, sería completa si el edificio albergase en un futuro un centro cultural y un espacio expositivo destinado a dar a conocer a la ciudadanía la historia de Antonete y el Cantón. La idea de emplear la casa de Antonete como centro de interpretación ya fue planteada en el año 2016 por el grupo municipal Cambiemos Murcia.

A pesar de las luces y sombras de la revolución cantonal, entre el mito y la realidad, tenemos que ver en las ideas del Cantón y en figuras como la del revolucionario Antonete Gálvez una auténtica lucha por la defensa de las libertades y derechos de la sociedad en uno de los periodos más convulsos de la historia española como fue el siglo XIX. Es por ello que el cantonalismo debe ser acercado a la sociedad  murciana con rigor histórico y alejado de erróneas interpretaciones pseudo-históricas sustentadas por movimientos conservadores y localistas que tergiversan la imagen de dicha revolución.

Por ello desde Tudmur promovemos la reivindicación de Antonete Gálvez en el próximo año 2019 con el objetivo de dignificar la figura de un hombre cuya vida bien valdría como argumento para alguna película hollywoodiense de un director de renombre. Un personaje clave en la formación de nuestra identidad y, sobre todo, un referente en lo que a la defensa de derechos y libertades en esta tierra se refiere. De modo que desde aquí aportaremos nuestro granico de arena para que Murcia salde finalmente su cuenta pendiente con un murciano de dinamita frutalmente propagada que se ganó a pulso esta expresión tan hernandiana.

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